Día plácido, llevadero.
Sin ningún grave quebranto.
¿Dolores?
Nada nuevo, los de siempre:
los del alma guardados en alhacenas
muestrarios blancos de penas,
que exhiben como en museo
una colección de ellas:
desde mínimos disgustos
que apenas a serlo llegan,
hasta las enormes losas
que a la esperanza entierran;
todo sobre blanco fondo
para que bien destaquen
las negras, oscuras penas.
Cerremos esos armarios.
Olvidémonos de ellas.
Ayer fué un día plácido, llevadero
sin ningún grave quebranto.