Clandestinos pesares tras la frágil sonrisa de su máscara de porcelana.
Soledad camuflada entre la muchedumbre.
Angustia insoportable silenciada por la mordaza de hueras palabras.
Desenamorado del mundo y de sus habitantes, vaga.
Y parece un hombre feliz.
Clandestinos pesares.
Incapaz de afrontar el más mínimo contratiempo, de enfrentarse con la vida diaria.
Queriendo ser como mucho un hikikomori inyectado de pensamientos aberrantes.
Desenamorado del mundo y de sus habitantes, vaga.
Y parece un hombre feliz.
Clandestinos pesares.
Pensamientos suicidas recurrentes.
Inconfesables ganas de una muerte que le libere, que le borre por siempre.
Que distribuya sus átomos en algo no pensante.
Desenamorado del mundo y de sus habitantes, vaga.
Y parece un hombre feliz.
Jose D.
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