Sobre líneas paralelas se acostó.
Previamente colocó
sus exiguas pertenencias a su lado:
sus zapatos, su reloj,
sus llaves en su llavero,
su mechero,
su tabaco,
un poco de calderilla.
Todo en un perfecto orden,
pulcramente colocado.
y en un sobre sin dirección ni remite,
una carta al magistrado.
Todo fue sobre ruedas y rápido.
Contaba con la consabida puntualidad
de un tren británico.
Jose D.
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